El demandante buscó recuperar daños por el dolor emocional de un testigo, supuestamente causado por el tratamiento insuficiente del demandado al difunto, que era el prometido del demandante. El tribunal decidió: (1) que la reclamación por dolor emocional de un testigo contra el demandado estaba prohibida por la inmunidad soberana, ya que no logró establecer que el demandado actuara con negligencia; y (2) que la reclamación por dolor emocional de un testigo derivada del estado no es viable en ausencia de una acción por muerte injusta presentada por el patrimonio del difunto.